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jueves, 21 de marzo de 2024

LOS GRANDES MENSAJES DEL TRIDUO PASCUAL EN LA IGLESIA CATÓLICA.





   LOS GRANDES MENSAJES DEL TRIDUO PASCUAL EN LA IGLESIA CATÓLICA





INTRODUCCIÓN AL BLOG

VAYAMOS AL ENCUENTRO pretende ser un blog para reafirmarse en la aventura de la fe cristiana, sabiendo, como nos decía Benedicto XVI que “la fe cristiana es ante todo encuentro con Jesús, una persona que da a la vida un nuevo horizonte… " (3-10-2007).



 LOS GRANDES MENSAJES DEL TRIDUO PASCUAL EN LA IGLESIA CATÓLICA




El Triduo Pascual es el tiempo en el que la liturgia cristiana conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, y constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico. En la liturgia –Católica- romana, comprende desde la tarde del Jueves Santo, cuando concluye la Cuaresma, hasta la madrugada del Domingo de Pascua, en que empieza el tiempo pascual.


1.-EL JUEVES SANTO



El Jueves Santo posee tres grandes mensajes para los cristianos:
EL DÍA DEL AMOR FRATERNO. EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DEL ORDEN SACERDOTAL COMO MINISTERIO DE SERVICIO SOLIDARIO A LOS DEMÁS.

Introducción:

 

  De la Cena previa a la muerte de Jesús -o la Última Cena- se conservan cuatro relatos ―los tres de los sinópticos (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-38) y el de San Pablo (1 Co 11,14-34).        

*Mt 26,26-29: 26Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo». 27Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: «Bebed todos; 28porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre». 

*Mc 14,22-25: 22Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». 23Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. 24Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». 

*Lc 22,14-38: 14Y cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él 15y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, 16porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios». 17Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; 18porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios». 19Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». 20Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. 21Pero mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. 22Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!». 23Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. 24Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor. 25Pero él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. 26Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve. 27Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. 28Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, 29y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, 30de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 31Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. 32Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos». 33Él le dijo: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte». 34Pero él le dijo: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme». 35Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Dijeron: «Nada». 36«Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. 37Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin». 38Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les dijo: «Basta». 

*1 Cor 11,14-34: 17Al prescribiros esto, no puedo alabaros, porque vuestras reuniones causan más daño que provecho. 18En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra asamblea hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo; 19realmente tiene que haber escisiones entre vosotros para que se vea quiénes resisten a la prueba. 20Así, cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor, 21pues cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. 22¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os alabe? En esto no os alabo. 23Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan 24y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». 25Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». 26Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. 27De modo que quien coma del pan y beba del cáliz del Señor indignamente, es reo del cuerpo y de la sangre del Señor. 28Así, pues, que cada cual se examine, y que entonces coma así del pan y beba del cáliz. 29Porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su condenación. 30Por ello hay entre vosotros muchos enfermos y no pocos han muerto. 31Por el contrario, si nos examinamos personalmente, no seremos juzgados. 32Aunque cuando nos juzga el Señor, recibimos una admonición, para no ser condenados junto con el mundo. 33Por ello, hermanos míos, cuando os reunís para comer esperaos unos a otros. 34Si uno tiene hambre, que coma en casa, a fin de que no os reunáis para condena. Lo demás lo prescribiré cuando vaya.

     Según el relato de San Juan, al comienzo, en un gesto cargado de significado, Jesús lava los pies a sus discípulos dando así ejemplo humilde de servicio (Jn 13,1-20).

*Jn 13-17: 13 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 2Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; 3y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, 4se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; 5luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. 6Llegó a Simón Pedro y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». 7Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». 8Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». 9Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». 10Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». 11Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». 12Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: 15os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. 16En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. 17Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. 18No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. 19Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. 20En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado». 21Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». 22Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. 23Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. 24Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. 25Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». 26Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. 27Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». 28Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. 29Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. 30Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. 31Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. 32Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. 33Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy no podéis venir vosotros». 34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros». 36Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». 37Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». 38Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces…

         Según los Evangelios Sinópticos la Cena de despedida fue una Cena Pascual en el 15 de nisán, mientras que en San Juan no, queriendo presentar a Jesús como el Cordero Pascual que se inmola por todos en el 14 de nisán.
Muy pronto fue considerada la Última Cena como la Pascua de Jesús, donde no sólo anunciaba su muerte, sino que incluía en los dones eucarísticos también una anticipación de la cruz y la resurrección.

     Los gestos y las palabras de Jesús dieron lugar al Sacramento y que constituyen el núcleo del nuevo rito: «Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: —Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía» (Lc 22, 19).

 

1.-EL DÍA DEL AMOR FRATERNO:

 *El memorial del amor de Cristo incluye el signo del lavatorio, que expresa la actitud servicial a los hermanos.     

   Esta dimensión de servicio y entrega al otro, es un complemento obligado de toda eucaristía.                                *Al comulgar en la Pasión y la resurrección de Cristo, comulgamos en las penas y esperanzas de los hermanos. *Nosotros somos también un pueblo de Dios, pero para servir a los demás. Por eso, cada vez que comulgamos nos obligamos a ayudar y servir a los demás.                                *El lavatorio nos prepara a descubrir que sólo el que comulga con el hermano puede comulgar con Cristo. El que comulga con Cristo Sacramentado debe de comulgar con sus sentimientos y sus actitudes.

 

2.-EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA:

*La Pascua era la gran fiesta del pueblo hebreo, porque celebraba “el Paso del Señor”, cuando Dios se hizo presente en el pueblo de Israel, cuando lo liberó de la esclavitud, cuando lo hizo ser como pueblo, consiguiendo su libertad y su identidad, el Pueblo de Dios. (Ex 12,1-14).

Ex 12, 1-14: 121Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: 2«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. 3Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. 4Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. 5Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos. 6Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. 7Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. 8Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas. 9No comeréis de ella nada crudo, ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y vísceras. 10No dejaréis restos para la mañana siguiente; y si sobra algo, lo quemaréis. 11Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor. 12Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 13La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto. 14Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis. 

*La celebración pascual que hizo Jesús con sus discípulos culmina la Pascua antigua y da origen a otra fiesta de liberación más radical y perfecta.                                       Ahora el paso de Dios se realiza por medio de JESUCRISTO. Ya no se sacrifican corderos, porque el nuevo sacrificio verdadero es el de Jesucristo que cumplió la VOLUNTAD DE DIOS AMANDO PROFUNDAMENTE A LAS PERSONAS 1 Cor 11,23-26).

 1 Cor 11,23-26:    23Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan 24y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». 25Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». 26Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.    

  *La Eucaristía es la acción de Cristo y de la Iglesia; es el sacrificio de Jesucristo actualizado en la Iglesia.

3.-EL DÍA DE LA INSTITUCIÓN DEL SACERDOCIO COMO MINISTERIO DE SERVICIO SOLIDARIO A LOS DEMÁS:

*A partir de Jesucristo se han destruido los viejos modelos de mediación con el Misterio profundo de la existencia (templos, sacerdotes, sacrificios…).      

    El único mediador entre Dios y las personas es Jesucristo, que ha cumplido fielmente la voluntad del Padre viviendo intensamente su relación y entrega a los demás.

Jn 2,13-25: 13Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, 15haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; 16y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». 17Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». 18Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». 19Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». 20Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». 21Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. 23Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; 24pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos 25y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.                                                El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla del Orden Sacerdotal. Todo el Pueblo elegido “fue constituido  como “un reino de sacerdotes y una nación consagrada” (Ex19,6; cf Is 61,6)…” (CIC1536).

   En el número 1544 dice que todas las “ Todas las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús, "único [...] mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2,5). Melquisedec, "sacerdote del Altísimo" (Gn 14,18), es considerado por la Tradición cristiana como una prefiguración del sacerdocio de Cristo, único "Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20), "santo, inocente, inmaculado" (Hb 7,26), que, "mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados" (Hb 10,14), es decir, mediante el único sacrificio de su Cruz” (CIC 1544).             El CIC señala que hay dos modos de participar en el único sacerdocio de Cristo: “Cristo, sumo sacerdote y único mediador, hecho de la Iglesia “Reino de sacerdotes para su Dios y Padre (Ap 1,6; cf. Ap 5,9-10; 1 P 2,5.9). Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdocio bautismal a través de su participación, cada uno según su vocación propia, en la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación los fieles son "consagrados para ser [...] un sacerdocio santo" (LG 10)” (CIC 1546).

     El segundo modo es el sacerdote ministerial o jerárquico de los obispos y de os presbítero: “El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG  10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden” (CIC 1547).

 

PULSA ESTE ENLACE: JUEVES SANTO.

2.-EL VIERNES SANTO


   “El Misterio Pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva que los apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de “una vez por todas” (Hb 9,26) por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo” (Nº 571 CIC).                                                                                                   Los Evangelios no son vidas ni biografías de Jesús. Son Catequesis de la Comunidad cristiana a la luz de la Resurrección.  Se ha escrito que los Evangelios son «relatos de la Pasión precedidos de una larga introducción»  (M. Kahler).  

        El sentido de la meditación de la Pasión y muerte de Jesús tiene un valor SOTERIOLÓGICO: "Murió por nosotros y por nuestros pecados". Y, en el lenguaje neotestamentario la muerte de Cristo se contempla como sacrificio expiatorio (limpia los pecados) y como acto redentor (libera del mal).  

     “Este designio divino de salvación a través de la muerte del “Siervo, el Justo” (Is 53,11; cf Hch 3,14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53,11-12; Jn 8,34-36). 

 San Pablo profesa en una confesión de fe que dice haber “recibido” (1 Cor 15,3) que “Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras” (ibib; cf también Hch 3,18; 7,52; 13,29; 26,22-23). 

     La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf Is 53,7-8 y Hch 8,32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo Doliente (cf. Mt 20,28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles (cf Lc 24,44-45)” (Nº 601 CIC).

 

Habrá que afirma dos planteamientos básicos: 

1.-La pasión de Jesús de Nazaret es contemplada  a la luz de la Resurrección.

2.-La Pasión es leída/interpretada a la luz del Antiguo Testamento, por esta razón, la narración de la Pasión se encuentran intercaladas múltiples alusiones a textos del AT.    

  Afirmar que la Pasión es interpretada y leída a la luz del Antiguo Testamento supone que hay que buscar las claves en las mismas Escrituras. Por esta razón, la muerte de Jesús es interpretada como la muerte del Profeta, del Justo injustamente tratado y del Siervo Sufriente (Is 53, sal 69).                                 

    Dos de ellas de especial importancia, porque iluminan teológicamente todo el acontecimiento de la Pasión: Salmo 22 e Isaías 53.    

*Sal 22 (21)1Al Director. Sobre «la cierva de la aurora». Salmo de David. 2Dios mío, Dios mío, | ¿por qué me has abandonado? | A pesar de mis gritos, | mi oración no te alcanza. 3Dios mío, de día te grito, | y no respondes; | de noche, y no me haces caso. 4Porque tú eres el Santo | y habitas entre las alabanzas de Israel. 5En ti confiaban nuestros padres; | confiaban, y los ponías a salvo; 6a ti gritaban, y quedaban libres; | en ti confiaban, y no los defraudaste. 7Pero yo soy un gusano, no un hombre, | vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; 8al verme, se burlan de mí, | hacen visajes, menean la cabeza: 9«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; | que lo libre si tanto lo quiere». 10Tú eres quien me sacó del vientre, | me tenías confiado en los pechos de mi madre; 11desde el seno pasé a tus manos, | desde el vientre materno tú eres mi Dios. 12No te quedes lejos, | que el peligro está cerca | y nadie me socorre. 13Me acorrala un tropel de novillos, | me cercan toros de Basán; 14abren contra mí las fauces | leones que descuartizan y rugen. 15Estoy como agua derramada, | tengo los huesos descoyuntados; | mi corazón, como cera, | se derrite en mis entrañas; 16mi garganta está seca como una teja, | la lengua se me pega al paladar; | me aprietas contra el polvo de la muerte. 17Me acorrala una jauría de mastines, | me cerca una banda de malhechores; | me taladran las manos y los pies, 18puedo contar mis huesos. | Ellos me miran triunfantes, 19se reparten mi ropa, | echan a suerte mi túnica. 20Pero tú, Señor, no te quedes lejos; | fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. 21Líbrame a mí de la espada, | y a mi única vida de la garra del mastín; 22sálvame de las fauces del león; | a este pobre, de los cuernos del búfalo. 23Contaré tu fama a mis hermanos, | en medio de la asamblea te alabaré. 24«Los que teméis al Señor, alabadlo; | linaje de Jacob, glorificadlo; | temedlo, linaje de Israel; 25porque no ha sentido desprecio ni repugnancia | hacia el pobre desgraciado; | no le ha escondido su rostro: | cuando pidió auxilio, lo escuchó». 26Él es mi alabanza en la gran asamblea, | cumpliré mis votos delante de sus fieles. 27Los desvalidos comerán hasta saciarse, | alabarán al Señor los que lo buscan. | ¡Viva su corazón por siempre! 28Lo recordarán y volverán al Señor | hasta de los confines del orbe; | en su presencia se postrarán | las familias de los pueblos, 29porque del Señor es el reino, | él gobierna a los pueblos. 30Ante él se postrarán los que duermen en la tierra, | ante él se inclinarán los que bajan al polvo. | Me hará vivir para él, 31mi descendencia lo servirá; | hablarán del Señor a la generación futura, 32contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: | «Todo lo que hizo el Señor».    

*Is 531¿Quién creyó nuestro anuncio?; | ¿a quién se reveló el brazo del Señor? 2Creció en su presencia como brote, | como raíz en tierra árida, | sin figura, sin belleza. | Lo vimos sin aspecto atrayente, 3despreciado y evitado de los hombres, | como un hombre de dolores, | acostumbrado a sufrimientos, | ante el cual se ocultaban los rostros, | despreciado y desestimado. 4Él soportó nuestros sufrimientos | y aguantó nuestros dolores; | nosotros lo estimamos leproso, | herido de Dios y humillado; 5pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, | triturado por nuestros crímenes. | Nuestro castigo saludable cayó sobre él, | sus cicatrices nos curaron. 6Todos errábamos como ovejas, | cada uno siguiendo su camino; | y el Señor cargó sobre él | todos nuestros crímenes. 7Maltratado, voluntariamente se humillaba | y no abría la boca: | como cordero llevado al matadero, | como oveja ante el esquilador, | enmudecía y no abría la boca. 8Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, | ¿quién se preocupará de su estirpe? | Lo arrancaron de la tierra de los vivos, | por los pecados de mi pueblo lo hirieron. 9Le dieron sepultura con los malvados | y una tumba con los malhechores, | aunque no había cometido crímenes | ni hubo engaño en su boca. 10El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, | y entregar su vida como expiación: | verá su descendencia, prolongará sus años, | lo que el Señor quiere prosperará por su mano. 11Por los trabajos de su alma verá la luz, | el justo se saciará de conocimiento. | Mi siervo justificará a muchos, | porque cargó con los crímenes de ellos. 12Le daré una multitud como parte, | y tendrá como despojo una muchedumbre. | Porque expuso su vida a la muerte | y fue contado entre los pecadores, | él tomó el pecado de muchos | e intercedió por los pecadores.  

*Salm 69 (68)1Al Director. Sobre «Los lirios». De David. 2Dios mío, sálvame, | que me llega el agua al cuello: 3me estoy hundiendo en un cieno profundo | y no puedo hacer pie; | he entrado en la hondura del agua, | me arrastra la corriente. 4Estoy agotado de gritar, | tengo ronca la garganta; | se me nublan los ojos | de tanto aguardar a mi Dios. 5Más que los pelos de mi cabeza | son los que me odian sin razón; | numerosos los que me atacan injustamente. | ¿Es que voy a devolver lo que no he robado? 6Dios mío, tú conoces mi ignorancia, | no se te ocultan mis delitos. 7Que por mi causa no queden defraudados | los que esperan en ti, Señor, | Señor del universo. | Que por mi causa no se avergüencen | los que te buscan, Dios de Israel. 8Por ti he aguantado afrentas, | la vergüenza cubrió mi rostro. 9Soy un extraño para mis hermanos, | un extranjero para los hijos de mi madre. 10Porque me devora el celo de tu templo, | y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. 11Cuando me aflijo con ayunos, | se burlan de mí. 12Cuando me visto de saco, | se ríen de mí; 13sentados a la puerta, cuchichean; | mientras beben vino me sacan coplas. 14Pero mi oración se dirige a ti, | Señor, el día de tu favor; | que me escuche tu gran bondad, | que tu fidelidad me ayude: 15arráncame del cieno, que no me hunda; | líbrame de los que me aborrecen, | y de las aguas sin fondo. 16Que no me arrastre la corriente, | que no me trague el torbellino, | que no se cierre la poza sobre mí. 17Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; | por tu gran compasión, vuélvete hacia mí; 18no escondas tu rostro a tu siervo: | estoy en peligro, respóndeme enseguida. 19Acércate a mí, rescátame, | líbrame de mis enemigos. 20Estás viendo mi afrenta, | mi vergüenza y mi deshonra; | a tu vista están los que me acosan. 21La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. | Espero compasión, y no la hay; | consoladores, y no los encuentro. 22En mi comida me echaron hiel, | para mi sed me dieron vinagre. 23Que su mesa se torne una trampa, | un castigo y un lazo. 24Que se nublen sus ojos y no vean, | y sus lomos flaqueen sin cesar. 25Descarga sobre ellos tu furor, | que el incendio de tu ira los alcance. 26Que su campamento quede desierto | y nadie habite en sus tiendas. 27Porque acosan al que tú heriste | y aumentan el dolor del que tú golpeaste. 28Añade culpa a sus culpas | y no accedan a tu justicia. 29Sean borrados del libro de los vivos, | y no sean inscritos con los justos. 30Yo soy un pobre malherido; | Dios mío, tu salvación me levante. 31Alabaré el nombre de Dios con cantos, | proclamaré su grandeza con acción de gracias; 32le agradará a Dios más que un toro, | más que un novillo con cuernos y pezuñas. 33Miradlo, los humildes, y alegraos; | buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 34Que el Señor escucha a sus pobres, | no desprecia a sus cautivos. 35Alábenlo el cielo y la tierra, | las aguas y cuanto bulle en ellas. 36Dios salvará a Sión, | reconstruirá las ciudades de Judá, | y las habitarán en posesión. 37La estirpe de sus siervos la heredará, | los que aman su nombre vivirán en ella".    

    A través de la lectura de los Evangelios Sinópticos y de San Juan, contemplamos que la muerte atroz de Jesús no puede desligarse de su vida y de su predicación. Su pasión es el culmen de una existencia, marcada por la total entrega a hacer presente el Reino de Dios.

  En definitiva la muerte de Jesús es una consecuencia de su vida de entrega, de amor y de lucha contra el mal.     

   Varias veces intentan eliminarlo (Mc 11,18; Jn 7,44), le espían para tener de qué acusarle (Mt 22,15), le acusan de blasfemo (Mt 14,64), de agitador político (Mc 15,2-4), de agitador religioso (Mt 26,60ss).  

    Su muerte violenta fue una consecuencia de su obrar, de su pretendida autoridad que había caracterizado su vivir, su “descarada libertad”, su nueva imagen de Dios como Abba y defensor de los “perdidos”, su exigencia de conversión, su crítica profética contra los dueños del poder socio-religioso-político… Su vida provocó el conflicto y la oposición de las autoridades judías y romanas. En definitiva, “su tiempo le pasó la factura”

    No buscó la muerte pero ésta le vino impuesta desde fuera. La aceptó como expresión de su fidelidad a la causa de Dios y de los hombres. Jesús preveía su muerte meditando la muerte de los profetas, de Juan Bautista y la radicalidad de su mensaje.

Hay dos procesos de condena a Jesús:

1.-el proceso religioso frente al Sanedrín como blasfemo, envaucador, falso mesías, falso maestro que cuestiona las raíces de la religión judía (el templo, el sábado, las costumbres) e incluso relativiza la ley de Moisés. Se le condena en nombre de Dios.

2.-el proceso político frente a Poncio Pilato como rebelde político, enemigo de Roma, incitador a la revuelta…

    Los evangelios nos presentan a Jesús al final como un pobre hombre, abandonado, despreciado por sus enemigos y amigos. Siente la ausencia y el abandono de Dios Padre, “Abba”.

    En el momento de la muerte, Jesús dirá algunas palabras, distintas en cada Evangelista.  Según San Marcos y San  Mateo, Jesús morirá con el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado” (Mc 15,34; Mt 27,46); según San Lucas, Jesús morirá con el Salmo 31: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc

 23,34); y según San Juan, Jesús terminará con la expresión: "Todo está cumplido" “Está cumplido” (Jn 19,30). 

 Algunos autores han querido ver la referencia a la "túnica sin costuras" como una referencia a la dignidad de Jesús como Sumo Sacerdote, expuesto en la oración sacerdotal de Jesús en la Última Cena: No solamente muere el verdadero Rey de Israel, sino también el Sumo Sacerdote que cumple su ministerio Sacerdotal  (R. E. Brown).  

La referencia al velo del templo que se rasgó en dos, de arriba abajo  (Mt 27,51; Mc 15,38; Lc 23,45) nos hace referencia a la única mediación de Cristo: La época del antiguo templo y sus sacrificios se han acabado, Jesús crucificado nos reconcilia a todos con el Padre, y nos manifiesta cómo Dios mismo en el Crucificado se ha manifestado como el que ama hasta la muerte  

    San Juan dirá que "de su costado salió sangre y agua (Jn 19,34). Es la hora en que se sacrificaban los corderos pascuales. Estaba prescrito que no se les debía partir ningún hueso .  Jesús aparece como el verdadero Cordero Pascual que es puro y perfecto. 

          Los Padres han visto en el doble flujo de sangre y agua una imagen de los dos sacramentos fundamentales la Eucaristía y el Bautismo,  que manan del costado traspasado del Señor, de su corazón.  Ellos son el nuevo caudal que crea la Iglesia y renueva a los hombres.  (Benedicto XVI).

 

¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA MUERTE DE JESUCRISTO EN LA CRUZ?:

 

1.- Jesús muere para cumplir la voluntad del Padre, que consiste en realizar la obra de la salvación, implantar el Reino de Dios, que es el Reino de justicia, de amor y verdad.

2.- Jesús muere para salvar a las personas, por amor a las personas, para liberarnos de nuestras esclavitudes y pecado, para reconciliarnos con el Padre.
3.- Jesús muere para salvarnos de la muerte.

4.- Jesús muere en la cruz para acoger aquello que ha sido perdido: "No es salvado aquello que no se ha asumido".

PULSA ESTE ENLACE: VIERNES SANTO. 

3.-LA VIGILIA PASCUAL


 ¿Queda todo en la muerte de Jesús? NO.      

    Todas las fuentes cristianas sin distinción afirman la resurrección de Jesús. Es más, la resurrección de Jesús es la afirmación cardinal de la fe cristiana.                    

    San Pablo, en la sinagoga de Antioquía, predicando a los judíos, dirá: “16Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo: «Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: 17El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; 18unos cuarenta años los cuidó en el desierto, 19aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia su territorio; 20todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. 22Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos. 23Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. 24Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; 25y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”. 26Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. 27En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. 28Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. 29Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. 30Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. 31Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. 32También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, 33nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. 34Y que lo resucitó de la muerte para nunca volver a la corrupción, lo tiene expresado así: “Os cumpliré las promesas santas y seguras hechas a David”. 35Por eso dice en otro lugar: No dejarás que tu santo experimente la corrupción. 36Ahora bien, habiendo servido a su generación según la voluntad de Dios, David murió, fue agregado a sus padres, y experimentó la corrupción. 37En cambio, aquel a quien Dios resucitó no experimentó la corrupción. 38Por tanto, sabed bien, hermanos, que por medio de él se os anuncia el perdón de los pecados; y de todas las cosas de las que no pudisteis ser justificados por medio de la ley de Moisés, 39es justificado por medio de él todo el que cree. 40Tened, pues, cuidado no os sobrevenga lo dicho por los profetas: 41Mirad, despreciadores, asombraos y escondeos, porque en vuestros días yo voy a realizar una obra tal que no creeríais si alguien os la cuenta» (Hch 13,16-41).

        La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:…” (Nº 638 CIC).   

      Los Apóstoles apelarán siempre a la experiencia pascual fundante de Jesús de Nazaret y la esencia misma de toda su predicación: Dios ha resucitado al crucificado y nosotros somos testigos.                                              

     Este mensaje esencial se expresa de tres maneras: en discursos kerigmáticos, en himnos y credos y en narraciones/relatos. Y las tres maneras tienen una misma finalidad: suscitar la fe en Jesús, el Cristo, o fortalecerla en la comunidad cristiana.   

    Hay que afirmar que, según los escritos bíblicos, nadie fue testigo de la resurrección sino del Resucitado.    

  La resurrección no es una vuelta a su antigua forma de existencia terrestre, sino en “cuerpo espiritual”. Jesucristo resucitado se aparece desde la gloria, desde la presencia del Padre.

      En 1 Cor 15 San Pablo afirmará contundentemente la resurrección de Cristo:  “1Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, 2y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano. 3Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; 4y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; 6después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; 7después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; 8por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. 9Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. 10Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros. 12Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. 14Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; 15más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado… si es que los muertos no resucitan. 16Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; 17y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; 18de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. 19Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. 20Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. 21Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. 22Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; 24después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. 25Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. 26El último enemigo en ser destruido será la muerte, 27porque lo ha sometido todo bajo sus pies. Pero, cuando dice que ha sometido todo, es evidente que queda excluido el que le ha sometido todo. 28Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos. 29De otro modo, ¿qué obtendrán los que se bautizan por los muertos? Si es verdad que los muertos no van a resucitar en absoluto, ¿por qué se bautizan entonces por ellos? 30Y nosotros mismos, ¿por qué nos exponemos continuamente al peligro? 31Muero diariamente; lo digo, hermanos, por la gloria que tengo por vosotros en Cristo Jesús, nuestro Señor. 32Y si combatí contra fieras en Éfeso por motivos humanos, ¿de qué me sirve? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las costumbres». 34Recuperad la debida sobriedad y no pequéis. Pues lo que tienen algunos es ignorancia de Dios: os lo digo para vergüenza vuestra. 35Alguno preguntará: ¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36Insensato, lo que tú siembras no recibe vida si (antes) no muere. 37Y al sembrar, no siembras el cuerpo que llegará a ser, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de cualquier otra planta. 38Pero Dios le da el cuerpo según ha querido, y a cada semilla su propio cuerpo. 39No toda carne es la misma carne, sino que una cosa es la carne de los humanos, otra la carne de los animales, otra la carne de las aves y otra la de los peces. 40Y hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero el resplandor de los celestes es uno y el de los terrestres, otro; 41uno es el resplandor del sol y otro el resplandor de la luna, y otro el resplandor de las estrellas; pues una estrella se distingue de otra por su brillo. 42Lo mismo es la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible; 43se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso; se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de fortaleza; 44se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual. Si hay un cuerpo animal, lo hay también espiritual. 45Efectivamente, así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante. 46Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. 47El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. 48Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. 49Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. 50Os digo, hermanos, que ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios; tampoco la corrupción heredará la incorrupción. 51Mirad, os voy a declarar un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados. 52En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la última trompeta; porque sonará, y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53Porque es preciso que esto que es corruptible se vista de incorrupción, y que esto que es mortal se vista de inmortalidad. 54Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. 55¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?». 56El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley. 57¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! 58De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles. Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor”.  

      Hay una identidad única entre el crucificado-resucitado: el resucitado es el mismo que murió, pero se manifiesta de manera distinta.               

      La auténtica fe cristiana se debe fundamentar en la experiencia pascual de Jesús de Nazaret, vivida y testimoniada por unos testigos válidos, que puedan dar soporte estructural a una continuidad legítima entre nosotros y el mismo Jesús.   

     La Resurrección de Jesús se levanta como alternativa ante el dolor y el sufrimiento del mundo. De hecho, para la persona cristiana, la última respuesta es el Sí definitivo de Dios al inocente maltratrado por el accidente de tráfico, la enfermedad, la injusticia, la tortura, el cáncer, la guerra.... y a las víctimas de los "verdugos de turno", auténticos aliados de la muerte y la desgracia.               

    La Resurrección de Jesús se levanta como la experiencia última del crucificado. Desde esa experiencia definitiva lanzamos la esperanza de que participaremos de esa misma Resurrección y afirmamos la permanencia de la identidad personal del hombre, más allá de la sepultura; al tiempo que se cuestionan posibles alternativas al final trágico del hombre como la reencarnación o la comunión plena "energética" con el aire.                             

  Sólo la Resurrección de Jesús se impone como gracia para descubrir que el Nazareno es el reflejo del auténtico rostro de Dios en medio de esta historia cargada de sombra-luz, de bien-mal, de gracia-pecado, de ley-misericordia..


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